Proceso del café, del grano a la taza.

Sumérgete en el fascinante viaje del café colombiano, desde el corazón de nuestros fértiles campos hasta la comodidad de tu taza. En Colombia, el proceso de producción del café es una labor de amor arraigada en la tradición y ejecutada con precisión experta.

Todo comienza con la siembra de las semillas de café, seleccionadas meticulosamente por su calidad y potencial de sabor. Estas semillas son plantadas con cuidado en viveros especiales, donde son mimadas y protegidas hasta que se convierten en robustas plántulas listas para ser trasplantadas a los campos.

Una vez en el campo, las plántulas son ubicadas estratégicamente en las laderas de las montañas, aprovechando el clima templado y la altitud ideal que caracterizan a la región Andina de Colombia. Aquí, bajo el cuidado experto de nuestros agricultores, las plantas de café crecen vigorosamente, alimentadas por la rica tierra y las lluvias suaves que nutren nuestras tierras.

Después de varios años de cuidadoso cultivo, las plantas de café comienzan a producir sus frutos, conocidos como cerezas de café, que pasan por un meticuloso proceso de recolección a mano. Nuestros agricultores expertos seleccionan solo los mejores frutos maduros, garantizando la calidad y el sabor excepcionales de cada cosecha.

Una vez recolectadas, las cerezas de café son procesadas con esmero para extraer los preciados granos de café que se encuentran en su interior. Este proceso puede implicar el método tradicional de secado al sol o técnicas más modernas de fermentación controlada, dependiendo del perfil de sabor deseado.

Finalmente, los granos de café son tostados con maestría para realzar sus sabores únicos y crear la deliciosa bebida que conocemos y amamos. Desde los campos de Colombia hasta tu taza, cada sorbo de café colombiano es una celebración de la pasión, la artesanía y la excelencia que caracterizan a nuestra tierra y a nuestro pueblo. Disfruta de la magia del café colombiano y sumérgete en una experiencia sensorial inolvidable que perdurará en tu memoria mucho después de que la última gota haya sido sorbida.